lunes, 12 de enero de 2009

GAZA, GUERRA Y FUTURO

Los trágicos acontecimientos de la franja de Gaza, con la muerte indiscriminada de decenas de palestinos, están trayendo de nuevo la manipulación y la mentira que planea siempre sobre un conflicto que lleva más de sesenta años reproducièndose a sí mismo y sin un horizonte claro de que alguna vez se vaya a solucionar. Oímos hablar de nuevo de terrorismo, de Hamás, de respuesta israeli, de seguridad, de Estado palestino y de golpe de Estado, argumentos o conceptos todos encaminados a ocultar la realidad. Y la realidad es que en 1948 se consumó el mayor acto de injusticia desde la Segunda Guerra Mundial: la creación del Estado de Israel. En ese año, con la bendición de las Naciones Unidas, se dio la categoría de Estado a una colonia de emigrantes europeos y americanos establecidos en la tierra de Palestina, desplazando y marginando a sus pobladores autóctonos que no tuvieron el derecho a formar su propio Estado y se convirtieron en extranjeros en su propia casa. Ese el el problema que sigue sin solucionarse desde entonces y que ha provocado una guerra tras otra: 1948, 1956, 1967, 1982, 1987 y las dos guerras del golfo. ¿Cual es la solución? Desde luego no lo es masacrar palestinos, ni lo es eliminar el Estado de Israel y crear otro conflicto mayor de refugiados y de perseguidos. Pero antes que nada, antes de enfilar una solución al conflicto -difícil por no decir imposible- debería estar el reconocimiento internacional de que se cometió un error, una injusticia flagrante con la creación de un Estado confesional, colonizador y militarista. Israel. Une vez establecida esa aclaración, hablemos de la vuelta de los refugiados, de la evacuación israelí de Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este y los altos del Golán, de la creación de un Estado palestino libre e independiente, con las colonias judías de su territorio bajo su jurisdicción y el reconocimiento de fronteras seguras para Israel; y el despliegue de una fuerza internacional de paz que cuide las fronteras de Israel y de Palestina hasta que sus ciudadanos recuperen la cordura.
Cuando consigamos todo eso, hablaremos entonces del futuro.

viernes, 9 de enero de 2009

LOS NIÑOS DE LA GUERRA


La República Democrática del Congo, Liberia, Colombia, Ruanda son solo algunos de los países que han empleado y emplean niños como soldados en sus guerrillas, sus ejércitos de liberación o sus bandas de salteadores y atracadores. El número, de 350.000, empleados para matar a sus semejantes y a amedrentar a la población civil es solo aproximado, pero podrían ser muchos más. La razón para ejercer tal infamia es la misma que para emplearlos en fábricas, minas o plantaciones; un niño es mucho más manejable, fácil de controlar y sus pautas sociales todavía no están arraigadas, por lo que trabajar hasta la extenuación o matar a un semejante con un arma es algo que se le puede enseñar con relativa facilidad. El sistema para reclutar niños va desde el secuestro puro y directo hasta el ingreso voluntario por encontrarse solo y desvalido pasando por el engaño en las aldeas o los pueblos donde viven, un engaño que puede ser ofreciendo, al niño o a sus padres, una vida mejor en algún lugar lejano o el ideal de integración en un ejército de liberación. Una vez reclutado es necesario asustarle, jugar con él con el miedo al castigo y al mismo tiempo ofrecerle la figura de un padre, un jefe benévolo que le salva de todo peligro. Se le suministra alcohol, las drogas necesarias y se le instruye en el manejo de las armas. Tras ese entrenamiento se le envía a combatir en algún lugar sin saber exactamente qué es lo que le puede pasar. Se han dado casos que, en ese entrenamiento, se le enseña a matar por primera vez y esa es la prueba definitiva porque si no se atreve a matar le matan a él para que el resto de reclutas lo vea. Un caso especial es de los niños empleados como sicarios en Colombia o en Brasil, niños a los que se les entrega una pistola a cambio de asegurar el mantenimiento de su familia si hace lo que le dice o si muere en alguna refriega. ¿Todo esto parece una película? Pues no lo es.